Los grupos de Oración de Madres registran un sostenido crecimiento en las parroquias donde se implantan
Unas doscientas cincuenta mujeres de toda la archidiócesis se reúnen una vez por semana para rezar
La sencillez del movimiento y de la dinámica de oración, claves del éxito de su expansión
¿Qué no haría una madre por un hijo suyo? ¿Qué haría una madre cuando humanamente no pueda hacer nada más? Si ha respondido «todo» a la primera pregunta y «rezar» a la segunda, siga leyendo. Porque este artículo va de madres que rezan por sus hijos. Se reúnen para hacerlo una vez por semana en una casa, una parroquia o un colegio durante una hora bajo dos premisas insalvables: nadie da consejos a nadie y nada de lo que se cuenta puede trascender la reunión. Con la esperanza que dicta su lema: «El amor de las madres conquista el mundo».
Oración de Madres es un novedoso movimiento nacido en Inglaterra en 1995 que se está expandiendo con rapidez por la archidiócesis: unas doscientas cincuenta mujeres (madres biológicas o espirituales, por lo que caben madrinas, tías, abuelas…) quedan a rezar cada semana en alguno de los pequeños grupos (no más de nueve integrantes, con seis como promedio) distribuidos por toda la archidiócesis.
Hay grupos en las parroquias sevillanas del Corpus, San Sebastián, Claret, Los Remedios, Virgen del Buen Aire, San Julián… Pero otra decena fuera de la capital, en Dos Hermanas, Mairena del Aljarafe, Lora del Río, Villamanrique, Las Cabezas… En el colegio de la Doctrina Cristiana, hasta en el área de Oncología Pediátrica del hospital Materno Infantil, en los salones de Andex donde las madres empezaron a rezar hace tres años en busca de consuelo y curación.
«Se puede rezar en cualquier sitio», sostiene Leonor Rodríguez, responsable del movimiento en Sevilla y Andalucía. En cada reunión de oración se dispone una cruz, una vela, una Biblia y un cestillo donde se colocan los nombres de los hijos escritos en un disquito para presentarlos al Señor. El librito detalla diez de las oraciones que se repiten cada vez. Una vez al mes, la oración tiene lugar ante el sagrario.
El método lo pusieron en marcha Verónica Williams y su cuñada Sandra hace casi treinta años en vez de sentarse a esperar lo que ansiaba sin hacer nada. Al abrir la Biblia, se topó con la cita de Jeremías que es ‘leit motiv’ de los grupos: «Deja de llorar y enjúgate las lágrimas. Todo lo que has hecho por tus hijos te será recompensado. Volverán de la tierra del enemigo. Hay esperanza en tu porvenir. Tus hijos volverán al hogar. Lo digo Yo, el Señor».
Leonor Rodríguez, que desarrolla su tarea apostólica en la parroquia del Corpus Christi, explica lo que las mueve: «Nuestra inspiración es Santa Mónica, que convirtió a su marido y a su hijo, San Agustín, rezando». Y los efectos que suscita en las madres: «Cambia la actitud hacia los hijos, se deja más en las manos del Señor, se les deja respirar en vez de atosigarlos tanto».
Para muchas madres, se trata del momento más esperado de la semana, cuando rompen la soledad y se sienten arropadas por otras madres con vicisitudes parecidas a las suyas. Porque aparte de las diez oraciones vocales contenidas en la guía de cada grupo, después se da un tiempo compartido de intervenciones espontáneas donde cada una de las integrantes abre su corazón a las demás.
El movimiento es cristiano, pero lo aplican por igual católicos, anglicanos y otras confesiones de la Reforma basándose en las mismas oraciones invocando al Espíritu Santo, de protección, de petición de perdón, de alabanza, de unidad o de acción de gracias. Claro que los rezos a la Virgen María y la presencia ante el sagrario recalcan la identidad católica de los grupos de la diócesis.
Para formar un grupo de Oración de Madres, lo más habitual es que una feligresa que tiene noticia de la experiencia se dirija al párroco para iniciar el proceso, de la mano de alguna de las responsables hasta que incorporan el método. Rodríguez refiere el caso de Puerto Real, donde de un colegio ha saltado a la parroquia porque el capellán escolar era cura y decidió darlo a conocer entre su feligresía: «Es muy sencillo y por eso funciona así de bien», declara.
En España han celebrado incluso un congreso internacional, como el que tuvo lugar en 2019 en Ávila. La pandemia supuso una dura prueba para sus integrantes, pero lograron mantenerse unidas en oración haciendo uso de las herramientas telemáticas. Una vez superada aquella contingencia, el movimiento sigue ganando presencia en nuestras parroquias, con el beneplácito de los arzobispos Asenjo y, ahora, Saiz Meneses.