Sor Cristina ha escrito una carta como testimonio para las madres. Es Clarisa del Monasterio de Valdemoro y su madre es Merche.
Valdemoro, octubre 2018
¡Paz y Bien!
Muy queridas madres que oráis por vuestros hijos:
Aunque no nos conocemos personalmente desde el principio de vuestras reuniones he querido acompañaros con mi oración y voy siguiendo por mi madre, Merche, la vida de vuestro grupo de madres dedicado a lo más importante que podéis hacer por vuestros hijos que es orar. Así lo he experimentado yo como hija, que me sé sostenida por la oración de mi madre y de tantas personas que rezan por mí y también como madre espiritual que soy de muchos hijos que necesitan mi oración. Por mi vida consagrada al Señor como contemplativa, sé que por muchas necesidades materiales que existan nada es tan urgente como la oración que es capaz de llegar mucho más lejos que nuestras fuerzas o posibilidades, porque es Dios el que con nuestra oración llega hasta lo profundo del corazón del hombre. Por eso, me alegra muchísimo que el Señor os haya movido a rezar juntas por vuestros hijos como la mejor manera de ayudarles y cuidarles desde la oración. Creo, además que la oración de una madre tiene una fuerza especial, porque rezar no es simplemente decir unas palabras o presentar unas necesidades, que además el Señor ya conoce, sino que se trata de poner ante el Señor a los que llevamos en el corazón y por la fuerza del amor pedir que Él actúe en sus vidas.
Es conmovedor el pasaje en el que una mujer cananea pide al Señor un milagro para su hija. El Señor ve el amor de esta madre y no puede resistirse a su petición. ¡Qué fuerza tiene la oración de una madre!
Jesús continúa escuchando conmovido vuestra oración que sigue obrando milagros que quizá pasan desapercibidos a vuestros ojos. Por eso, también quisiera animaros a permanecer, porque la oración siempre es eficaz, aunque nosotros no lo veamos. Es necesario perseverar y confiar siempre, porque Dios permite todo para nuestro bien. Que María, madre de Jesús y madre nuestra, os enseñe a permanecer junto a la Cruz, intercediendo por vuestros hijos y atrayéndolos a Cristo con vuestra oración. ¡Gracias! Sólo en el cielo podremos agradecer todo el bien que recibimos de nuestras madres ¡Cuánto necesitamos vuestra oración maternal que nos conduce al cielo!
Os pido también que pidáis por todas las contemplativas, que hemos recibido la oración como misión en la Iglesia, para que oremos con un corazón materno como el vuestro. Contad con mi oración y la de mis hermanas para que esta obra preciosa que el Señor ha empezado en vosotras la lleve a plenitud.
Con todo mi cariño:
Sor Cristina María Saray.